Suena la música, vuelan los sueños y el óxido no ha aparecido aún. Aunque sea moderno, estar a la intemperie tiene que pasar factura.

Perdido durante un tiempo, se encontró observándose desde las alturas y no le gustó lo que vio. Se quiso camuflar en la multitud, viajar por el suelo más rápido de lo que hubiera soñado nunca y se imagino bajo tierra tan seguro como debajo de su sabana.

Descendió por una barra de emergencias horizontal y llegó al punto central de un suelo vertical. La duda le embargó y no supo si subir o bajar.

Y allí sigue… el óxido no lo reduce, la multitud no lo apabulla, el viaje lo estimula y bajo tierra no sabe si se agazapa o arrulla.