#1 SUEÑOS DE SERIE B. POST – APOCALÍPTICOS.

Me desperté, la luz entraba a través de los pocos huecos por los que la persiana le dejaba. Uno de esos huecos apuntaba vilmente a mis ojos. Soy de esas personas que una vez que abren un ojo, pueden dar vueltas y vueltas en la cama pero no consiguen volver a conciliar el sueño. No quedaba otra, desayuno y ducha.

Me sentía bien, el trabajo de tantos años había dado su fruto. Hace 15 años comencé mi carrera como investigador, el primer experimento era pequeño, una planta que estaba en serio peligro de extinción y de la que poca gente se había percatado hasta ese momento. La planta se podía encontrar en mi Galicia natal y en la Bretaña francesa, por lo que en un principio unas pocas semillas bastaron para intentar conseguir un protocolo sencillo de germinación y propagación. Nada que pareciera muy importante por aquel entonces.

Una vez conseguido aquel logro, el siguiente paso era llevar lo investigado en el laboratorio al campo. Mediante un sencillo experimento, algunas plantas dejarían de alimentarse de forma heterótrofa y comenzarían a sintetizar sus propios azúcares, conseguirían además materiales del suelo y fortalecerían sus raíces para ello. Ese paso era crucial para poder trasplantar las supervivientes de esa selección a su lugar de origen, pudiendo así repoblar las zonas en las que había desaparecido ese espécimen y volviendo a obtener una población estable de la especie en el mundo.

Fue un gratificante experimento. Conseguí publicar un par de artículos sobre ello, que la planta desapareciera de los libros en los que se encontraba como especie en peligro y una gran experiencia enriquecedora en muchos sentidos.

Al principio, parecía que aquello no tendría  gran repercusión en ningún sitio, no había mercado para aquella planta, nadie quería tener en casa una burda hierba que no daba alimento ni flores hermosas y en principio no tenía ningún elemento que le diera un encanto embriagador, más allá del que podía tener yo por ser mi experimento.

Empecé al año siguiente un máster en biotecnología, en el que se me dio la oportunidad de empezar un trabajo de fin de máster que podría servir como principio de una tesis. Como ya tenía experiencia en investigación, el departamento donde había trabajado me dio la oportunidad de continuar los estudios sobre mi encantadora amiga. En principio sería otro simple trabajo en el que habría que descubrir los componentes de la misma y sus aceites esenciales, sin más pretensiones que conocerla un poco mejor. Todo parecía bastante simple, nada me decía que se armaría el revuelo que años después se armó…

CONTINUARÁ…

Música escuchada mientras surgía esta patraña,

siento si es tan aleatoria que duele a la vista:

-The Zombies – She’s Not There
 – Lighthouse Family – High
– Bob Dylan – Blowin’ in the Wind
-Enrique Urquijo y Los Problemas – Aunque tú no lo sepas
–  Marea – Romance de Jose Etxailarena
– Mike Oldfield – Muse
– Antonio Vega – El Sitio De Mi Recreo
 – Coldplay – A Message
– Tony Sly – Not Your Savior
– Bon Iver – Skinny Love

Las películas son cortas.

Suena Queen en mis cascos, » The show must go on«, no quiero ser presuntuoso, pero aunque esto no es ninguna joya, me apetece escribir.

Sé perfectamente de que hacerlo, una sensación que se ha roto, pero que quedó grabada. Sentirse en una película en algún momento concreto, puede ser corto o muy largo, pero ese momento suele acabar y normalmente lo hace más pronto que tarde.

Estar sentado en una estación, esperando un tren. Aunque aún no lo has visto, te los imaginas como los de antaño y todo se vuelve blanco y negro. Hace mucho frío, estás bien abrigado pero hay un aire frío que se cuela aunque no quieras. Todo el mundo está al calor de la estación, pero tu estás sentado al otro lado de la vía, en un banco que tiene una gran columna que sujeta el techo de la estación y que además para el viento frío que quiere enfriar tu espalda. La verdad, es que sabes que nada puede molestarte en ese momento, es una escena en que te imaginas una cámara en lo alto de la estación que se acerca lentamente por detrás. Se te ve pensativo y es cierto que lo estás. Pero es bueno, se acerca el tren, al que sigues sin ver como nuevo y escuchas que se aproxima el regional, aunque solo es lo que quieres escuchar.

Pero la película es corta, quizá es más larga que esas que venden en cines y videoclubes, pero corta al fin y al cabo. Y en el calor de tu hogar, al poco tiempo te da alcance ese viento que te enfría el pensamiento y aunque intentes correr a coger una rebequita como diría cualquier madre entrenada en el asunto, te hiela, te paraliza y quizá aunque sabes que no habías pagado nada por esa película, te gustaría  que no todo volviese a tener contraste y saturación, que no existiese ese color.

Cierra los ojos, duerme y quizá al levantarte vuelvas a ver otra escena. » The river» suena ahora en mis cascos, la lista de reproducción no ha avanzado mucho, pero la conclusión es clara. Quizá Bruce quiera que la siguiente película sea en un río… no le negaré el placer.